En
la cultura japonesa el arte tiene un gran sentido introspectivo y de
interrelación entre el hombre y la naturaleza, representada igualmente en los
objetos que la envuelven, desde el más ornado y enfático hasta el más simple y
cotidiano. Para los japoneses, la paz y la armonía están asociados a la calidez
y la comodidad, cualidades a su vez que son fiel reflejo de su concepto de la
belleza. Incluso a la hora de comer, no importa la cantidad de alimentos o su
presentación, sino la percepción sensorial de la comida.
De igual manera los artistas y artesanos japoneses tienen un
elevado grado de vinculación con su obra, sintiendo los materiales como parte esencial
de su vida y de su comunicación con el ambiente que les rodea. Como dijo Suzuki
Deisetsu “la belleza no está en la forma exterior, sino en el significado que
expresa”. La belleza es una categoría ontológica, que remite a la existencia
consiste en alcanzar el sentido con el todo, un camino sensorial que lleva a la
realización de la obra, que no tiene finalidad en si, sino que va más allá”
El sashiko se
originó en el Japón rural en el siglo XVIII cuando las mujeres cosían las
prendas para la familia. La costura fue diseñada originalmente para fortalecer
la tela,añadir parches o acolchar juntas varias capas
de tela para hacerla más resistente.
Debido
a que era lento y difícil hacer telas y prendas de vestir, se desarrollaron
diversas formas de reciclar telas y extender la vida de la ropa.
Cuando el kimono de los días festivos mostraba signos de desgaste pasaba
a ser usado a diario, más tarde se utilizaba como ropa para dormir y después se
aprovechaba la tela para hacer un delantal o una bolsa. Cuando las
telas ya estaban muy gastadas, se cosían juntas para hacer trapos para
limpiar.
Otra
manera de extender la vida de una prenda era remendarla utilizando
parches (cosidos con la técnica de sashiko), preservando así
una chaqueta muy gastada o una prenda a la que se tuviera un especial apego.
Los calcetines también se reforzaban en su parte inferior con sashiko.
Cuando
la tela de algodón, más suave y más fácil de coser que la
tradicional de cáñamo, fue accesible para los campesinos, comenzaron a
confeccionar la ropa de invierno uniendo varias capas de tela con patrones
sashiko y los diseños se fueron haciendo más complejos. Los diseños
geométricos, que en principio eran puramente funcionales, empezaron a valorarse
por la belleza de sus diseños.
Ya
en el siglo XIX el sashiko dejó de ser exclusivamente
utilitario y comenzó a ser utilizado con fines decorativos para
hacer tapices, centros de mesa, bolsos…
También
ha evolucionado en su ejecución y actualmente no sólo se realiza con hilo
blanco sobre telas en color índigo, como era tradicional, sino también sobre
tela blanca y con hilos de colores.
Una
manera muy interesante de reciclar ¿Verdad?
Algo
más sobre La Campaña Ropa
Limpia: Está presente en Alemania, Países Bajos, Francia, Bélgica, Austria, Suecia,
Suiza, Reino Unidos, Italia y España. En España está coordinada por SETEM y
cuenta con el apoyo de 60 organizaciones de desarrollo, sociales y de personas
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