Leemos:
“LVMH abren sus talleres artesanos una vez al año para enseñar al público sus técnicas”, “Hermés
organiza viajes en todo el mundo para mostrar sus técnicas artesanales”. Chanel,
Folkdays o Lydali en sus Webs, destacan la excelencia de su artesanía y de sus
artesanos poniéndoles nombre propio. Y es que más que un movimiento el “Arts &
Crafts” se ha vuelto una necesidad como valor añadido para el producto. Está bien reconocer el valor de un trabajo
bien hecho ¿Verdad?
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Fotografía prestada de http://www.alternativa-verde.com/ |
Hoy en “Tomates en el balcón” queremos hacer una reflexión que va más allá del reconocimiento a un trabajo artesanal:
Los hombres
(trabajadores) orgullosos con el desarrollo de su trabajo e involucrados en
cada etapa de la fabricación de un objeto, aplicando sus conocimientos técnicos
o artesanales y fomentando el aprendizaje
de otros, son personas realizadas y libres (libres, en el sentido que afirma Erich Fromm en su libro “El Miedo a la
libertad”), que es a lo que tiene y debe aspirar todo individuo.
Como decían Willian Morris y John Ruskin, allá por el 1888
en sus tratados sobre “Arts &Crafts”, “el arte es la expresión de la alegría
humana que deriva de su obra”. Los gobiernos están obligados (ya que representan
la voluntad del individuo) a proporcionar y garantizar las herramientas
necesarias para que esto sea así (muy
recomendable, en este sentido, el libro “La Modernidad Líquida ”
de Zygmunt Bauman).
Más de un siglo nos
separan de las ideas de estos dos grandes intelectuales: Willian Morris (Artista
y Empresario) y John Ruskin (Escritor y Poeta), pero hoy más que nunca
recuperan su riqueza significativa.
No utilizaban los términos
“responsabilidad social” o “desarrollo sostenible” pero en defensa de lo
artesano frente a la comercialización del producto sin valor añadido nos
hablaban de “lógicas sociales” y “calidad ambiental”.
En “Tomates en el balcón” pensamos que la
rehabilitación de la artesanía y la conservación de las técnicas tradicionales
(bordados, tintes naturales, tejido de telares…) junto con la investigación e
innovación deben ser las pautas a seguir en la industria textil. Pero no nos
engañemos, el individuo tiene que ser maduro y entender que todo tiene un
precio (o un valor, que es como nos gusta llamarlo).
Se puede afirmar que los
que inventan o crean algo tienen derecho a la protección legal de sus derechos
de propiedad intelectual. Los individuos y empresas que invierten su tiempo y dinero en el
desarrollo de productos y en la conservación de técnicas artesanas esperan de
nosotros, como sociedad, una protección adecuada. Hay que tener en cuenta que
la investigación para la innovación, en definitiva, es factor clave de creación
de empleo y esencial para la economía, que con el comercio de productos
falsificados no se ayuda a la industria textil y que, además, esconde otros
peligros como daños a la salud y contribución a otros problemas ecológicos
(tintes tóxicos, uso ilícito de sustancias químicas, etc.) y de naturaleza
ética.
“Mira más allá” nos dicen en una campaña
mundial de sensibilización sobre el tráfico de productos falsificados de Naciones
Unidas contra la Droga
y el Delito (UNODC)
Tenemos recursos para
avanzar dentro de la Industria Textil ,
estrategias como el Plan de Acción sobre Eco innovación http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:52011DC0899:ES:NOT y Horizonte 2020 http://ec.europa.eu/programmes/horizon2020/en y obligación de hacerlo en la dirección adecuada.
Susana Pérez Diez
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