martes, 3 de junio de 2014

“Kintsugi, cicatrices de oro”





Buscando información sobre la técnica del kintsugi, encontramos  en el blog “El Zen de las cosas” un post que titulan: “KINTSUGI, CICATRICES DE ORO”. Y es así; las cicatrices tienen una historia que contar al igual que el kintsugi, que transmuta las heridas. Este arte no trata de "arreglar" los defectos, no intenta perfeccionarlos, simplemente vuelve a convertir la pieza rota en algo completo. Celebra la dialéctica de la totalidad y la fragmentación... la idea de que la auténtica belleza está compuesta por ambas.






Cuentan que a finales del siglo XV cuando el shōgun, Ashikaga Yoshimasa envió a reparar a China uno de sus tazones de té favoritos. El tazón volvió arreglado pero con unas feas grapas de metal que le hacían inservible y tosco. El resultado no gusto al general, por lo que busco artesanos japoneses que dieran con una mejor solución, desarrollando el kintsugi,  una nueva forma de reparar cerámicas. Fue tal éxito del kintsugi, que algunos coleccionistas japoneses fueron acusados ​​de romper deliberadamente valiosas cerámicas, sólo para tenerlas reparadas.


Se utilizó en el kintsugi una técnica basada en el Wabi-Sabi, corriente japonesa estética y de comprensión del mundo basada en la fugacidad e impermanencia. Deriva de la afirmación budista Tri Laksana (Tres características de la Existencia):  la transitoriedad, la inexistencia del yo y la insatisfactoriedad o sufrimiento. La práctica budista considera que el factor último de liberación del individuo no consiste en un mero conocimiento lógico, teórico o intelectual de estas tres realidades, sino una comprensión y aceptación emocional interna auténtica y plena, consecuente con la actitud y el comportamiento en la vida. Interesante ¿Verdad?

Algunas características de la estética Wabi-Sabi son la asimetría, aspereza, sencillez o ingenuidad, modestia o intimidad. Si hay algo que refleje todo esto, es, desde luego, un objeto reparado “pegado” ¿no os parece?


 Leemos: “Las palabras wabi y sabi no se traducen fácilmente. Wabi inicialmente refería la soledad de vivir en la naturaleza, lejos de la sociedad, mientras que sabi significaba "frío", "flaco" o "marchitado". Hacia el siglo XIV estos términos comenzaron a cambiar, adquiriendo connotaciones más positivas.


Wabi ahora connota simpleza rústica, frescura o quietud, siendo aplicable tanto a objetos naturales como hechos por el hombre, o elegancia subestimada. También se puede referir a peculiaridades o anomalías que surgen durante el proceso de construcción y dotan de elegancia y unicidad al objeto. Sabi es la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto y su impermanencia se evidencian en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo visible.


Desde un punto de vista del diseño o ingeniería, wabi se interpretaría como la cualidad imperfecta de cualquier objeto, debida a inevitables limitaciones en el diseño y construcción. Así, sabi podría ser interpretado como el aspecto de imperfecta fiabilidad o limitada mortalidad de cualquier objeto; de aquí la conexión etimológica con la palabra japonesa sabi, oxidarse.


Ambos conceptos, wabi y sabi, sugieren sentimientos de desconsuelo y soledad. Según la perspectiva budista Mahāyāna, estas son características positivas, al representar la liberación del mundo material y la trascendencia hacia una vida más sencilla. La propia filosofía Mahayana, sin embargo, advierte de que la comprensión verdadera no puede alcanzarse mediante palabras o lenguajes, por lo que aceptar el wabi-sabi en términos no verbales sería el enfoque más adecuado”.


Numerosas artes japonesas durante los últimos milenios se han visto influidas por el Zen y la filosofía Mahayana, especialmente en cuanto a la aceptación y contemplación de la imperfección, el fluir constante y la impermanencia de todas las cosas. Dichas artes ejemplificarían la estética wabi-sabi. Ejemplos  tenemos en : Honkyoku (música tradicional para shakuhachi de los monjes Zen); Ikebana (arreglos florales); Jardines japoneses, Zen y bonsáis; Poesía japonesa (especialmente el haiku); Alfarería japonesa (Hagi ware); Ceremonia del té japonesa o el Kintsugi (técnica japonesa para reparar objetos de cerámica con la resina del árbol de la laca y polvo de oro)
  






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